miércoles, julio 19, 2006 

Como agua para chocolate

Quiero hablarles de una novela que me ha cautivado desde el momento en que la tuve entre mis manos: “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel. Esta novela es todo un clásico de la literatura mexicana.

Cuenta la historia de Tita, la hija menor de la familia, que (debido a la antigua costumbre de que la última en nacer debe abstenerse del matrimonio y hacerse cargo de su madre) se ve obligada a renunciar al amor y preservar la tradición familiar de la cocina. El libro cuenta la historia de Tita, las vicisitudes que tiene que pasar para poder ser feliz y su pasión por la cocina. Así mismo nos narra la historia de una típica familia mexicana en los años de la revolución.

Como agua para chocolate es una novela que envuelve al lector a medida que avanzan sus páginas y logra que se sienta como en familia; es de esos libros que otorgan una calidez a quien los lee. Cada capítulo empieza con una receta de cocina y los acontecimientos que surgen entorno a ella van surgiendo paulatinamente. Recomiendo este libro a quien quiera pasar un buen rato recordando antiguas tradiciones y siendo testigos de la mejor obra de una autora que ha llegado a convertirse en una de mis favoritas.

Eso sí, no me culpen si después tienen unos antojos terribles. A mí me pasaba cada vez que llegaba a un nuevo capítulo.

 

Cambio de giro

Decidí hacer algo útil y cambiar el giro de este blog. Pasado un tiempo me di cuenta de que era prácticamente igual al otro que manejo, aunque la intención inicial era tratar temas completamente diferentes. Recordé que una persona me sugirió recomendarles los libros que había leído; así que es por eso que cambié el nombre del blog.

De más está decir que las opiniones que exprese aquí son meramente personales y no pretendo faltarle el respeto a nadie. Simplemente manifestar mis opiniones.

miércoles, mayo 17, 2006 

Fallar

Ahora es el momento en el que todo lo que parecía tan fácil resulta no serlo. Ahora es el momento en el que todo lo que creías tuyo, nunca lo fue. Ahora perdonar te resulta algo tan irrelevante como para ponerte a pensar en ello ¿A quién tienes que "perdonar" después de todo? ¿Quién es aquella "pobre" alma que no puede vivir si tú no la perdonas? Lo cierto es que te das cuenta de que a los demás les importa un comino si vives con el rencor a flor de piel y llega un momento en el que el acto de perdonar se convierte en la única salida que tienes para liberarte de aquél sentimiento que oprime tu alma. Y ya no perdonas a aquella persona que te lastimó, ahora te perdonas a ti mismo. Pero te consuelas una y otra vez diciendo que por fin ya no sientes rencor por esa persona (a la que ni siquiera le importas) y que ahora puedes ser feliz.

Es hora de darte cuenta de que el mundo no es todo blanco o todo negro. Es hora de afrontar que la gente no siempre es buena, eso te incluye a ti. La gente te traiciona; aunque si lo miras objetivamente, ellos sólo siguen su camino. La gente es gente. Muchas veces te cansarás y querrás no hacer ya nada. Sentirás que nada vale la pena y te tentará el quedarte postrado a medio camino como tantas personas lo hicieron. Cuántas veces voltearás y verás que la falsedad te sonríe llamándote y sabrás que no debes acudir a su llamado, pero no podrás evitarlo. Lo único que haces es rogar por no quedarte con ella demasiado tiempo.

Lo más fácil es nunca mirar atrás, nunca detenerte a pensar demasiado en tus temores. Porque puedes quedarte con ellos. La mayoría de la gente sólo piensa en sí misma; mejor dicho, sólo se interesa en sí misma, porque si tan sólo se detuviera a pensar el mundo sería otra cosa. Pero bueno, sabes que a veces ocurren accidentes. A veces ocurre que 2 personas se identifican y se unen por un bien común y surge la "amistad". Y te sientes apoyado y probablemente lo estás... pero debes saber que las personas fallan, todos lo hacen. Y también debes entenderlo. Después de todo ¿quién no le ha fallado a alguien? ¿Cómo puedes sentirte con el derecho de exigir algo si tu mismo no lo das?

miércoles, marzo 15, 2006 

Pequeñas cosas


Recordando varios acontecimientos me doy cuenta de que he hecho cosas de las que me he arrepentido. Una de ellas fue en la secundaria. Por esas fechas llevaron a la escuela mesas de ping-pong y un maestro no enseñó a jugar. Mis 2 mejores amigas y yo nos metimos de lleno en ese asunto. Pasado un tiempo llegamos a ser buenas jugando, no demasiado, pero éramos buenas.

El maestro nos invitó a jugar en un concurso y aceptamos por el simple hecho de estar juntas y de divertirnos. Quedamos (la primera etapa del concurso era entre los mismos alumnos de la secundaria) y pasamos a la segunda fase que fue en puebla. Si ganábamos nos íbamos al nacional. Llegando a Puebla nos dimos cuenta de que nuestras oponentes nos superaban con creces, llevaban cerca de 4 años practicando ping-pong, contra los escasos 3 meses que llevábamos nosotras.

Le tocó el turno a mi primera amiga (a la que yo consideraba superior a mí) y no ganó ni un set. Aunque metió varios puntos. Después me tocó el turno a mí, gané un set, pero los 2 siguientes los perdí, mi otra amiga jugó al final y perdió por muchos puntos. Obviamente no íbamos a pasar todas, de nosotras, sólo una era la que tenía derecho a pasar a la fase nacional. Yo era la que iba en primer lugar (para mi propia sorpresa). Una amiga se enfrentó contra otra compañera de nuestra misma escuela y le ganó, el partido estuvo bastante reñido. Finalmente me tocó a mi contra mi otra amiga (la que perdió por muchos puntos) el primer set lo gané fácilmente. Al término del set mi amiga se acercó a mi desesperada y me dijo:

-Déjame ganar el set por favor, yo sé que tú me ganarías fácilmente, pero no quiero quedar en vergüenza.

Yo acepté, no perdía nada, a mi parecer. El segundo set lo perdí olímpicamente. Y el tercero lo gané. Al dar los resultados me tomé con la desagradable noticia de que no había pasado, la que había quedado era mi amiga (la que jugó primero) me alegré por ella. Aunque me quedó cierta desazón. El triunfo pudo haber sido mío y lo dejé escapar. Mi amiga se sintió mal por mí, pero ni ella ni yo hemos vuelto a hablar del tema.

Desde ese día me hice la promesa de que no volvería a sacrificar algo que de verdad me importaba por algo que no fuera tan urgente. Pues, aunque quería mucho a mi amiga, si ella hubiera perdido el set, nadie le habría dicho nada, es más, la habrían felicitado por su desempeño. Son pequeñas cosas que al final importan mucho y pueden cambiar muchas cosas en la vida.

domingo, marzo 05, 2006 

El fin de mi servicio

El martes de la semana pasada terminé mi servicio en el kinder. Sin embargo, las maestras nos pidieron (a mí y a mis amigas que también hacen servicio ahí) que fuéramos el viernes, cosa que hicimos. Nos llevamos una grata sorpresa al descubrir que los niños nos habían hecho algunos regalos y las maestras nos habían preparado un convivio.

Pude comprobar que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde; pues justamente el miércoles comencé mis prácticas en un despacho contable. ¡Es exactamente lo opuesto a mi servicio! En el kinder la calidez de los niños era algo que atrapaba, absorbía. En el despacho lo que absorbe son los números.

Me gusta la contabilidad, pero no es lo mío. En las prácticas apenas y tengo oportunidad de estar de pie, pues la mayor parte del tiempo me encuentro sentada capturando datos. A mi siempre me ha gustado el olor que despide una biblioteca, el olor de cientos de libros que esperan a ser leídos, el olor de una vida, de una historia. En el despacho se puede percibir el olor del papel, pero es distinto. Ahí es el olor de los negocios, del trabajo que espera impacientemente a ser terminado.

Creo que extrañaré el kinder, aunque regresaré pues no alcancé a despedirme de Oscar. De cualquier manera, tendré que terminar mis prácticas.

viernes, enero 27, 2006 

El poder de un niño

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Un solo niño me enseñó demasiado...

Oscar es un niño de 5 años. La primera vez que lo vi, me pareció como cualquier otro, tal vez un poco más desordenado que los demás. No le presté ninguna clase de atención. Al ver tantos niños de la misma edad juntos todos se me hacían iguales y los únicos que lograban resaltar eran los niños con alguna capacidad especial o aquellos que eran especialmente 'bonitos'. Pero Oscar no destacó ante mis ojos.

Tiempo después me enteré de que Oscar tenía un problema con su oído lo que había repercutido directamente en su lenguaje. Cierto día me tocó llevar a los niños a la dirección para entretenerlos un rato porque la maestra estaba en junta. La directora les repartió rompecabezas, algunos bastante difíciles. Los niños se desesperaban al no poder armarlos y me pedían ayuda, que en más de una ocasión fui incapaz de darles porque estaban demasiado difíciles. Mi sorpresa fue al ver que Oscar los podía armar todos sin ningún problema, muy orgulloso nos enseñaba y ayudaba a los demás.

Poco a poco me fui fijando más en Oscar y vi en sus ojos un brillo especial. Raro era ver a Oscar sin una gran sonrisa en la cara, cuando llevaba algo de comer, siempre lo compartía. Eso sí, en clase era demasiado inquieto, y cuando le pedían que escribiera algo, se frustraba porque no podía. Yo creo que de tanto que le decían que era incapaz de hacer las cosas, el niño ya se lo estaba creyendo. Así que una vez que la maestra no estaba, les puse una actividad de pegar unos barcos del más grande al más pequeño. Ala mayoría le costaba trrabajo, pero a Oscar no. Lo halagué y me dedicó una de sus gigantes sonrisas.

Ese niño me ha enseñado mucho, cuántas veces no me frustré por algo. Cuántas veces no compartí lo poco que tenía, o cuántas veces andaba con el ceño fruncido por una tontería. Oscar sonreía. Una vez, que no fue su mejor amigo a la escuela, a la hora del recreo Oscar andaba solo y me dijo: "No vino Denis, no tengo con quien jugar". Yo tenía que vigilar a los niños así que no podía dedicarle tanta atención. Al poco rato, Oscar andaba feliz con otro niño. Es esa inocencia lo que me cautivó en Oscar, aquellas ganas de reír aún cuando las cosas no salen como desea.

sábado, enero 21, 2006 

Nueva Etapa


Creo que por fin era hora de renovar este blog que ya estaba algo abandonado. He de decir que me ha costado uno y la mitad del otro poder hacer estos cambios. Espero que esta imagen les guste más que la anterior, pretendo darle otro cambio, pero todo a su debido tiempo, por lo pronto este es el nuevo look de este espacio. Año nuevo, estilo nuevo. La nueva... ¿etapa? ha comenzado.

miércoles, diciembre 14, 2005 

¡Que cosas!

¿Cuál es el afán de que todos seamos iguales? Supuestamente 'normales'...
Personas que se avergüenzan de que su hijo, hermano, sobrino, o pariente sea homosexual. Gente que oculta a sus hijos porque se visten como 'hippies' o 'darks'. Personas que se matan de hambre, se llenan de dietas, se cubren la cara con una triple capa de cosméticos, gastan lo que tienen en ropa y accesorios de temporada, decolora su cabello para hacerlo rubio platino, incluso cambian su forma de ser para ser aceptados por los demás. No lo entiendo.

Pienso que todos somos diferentes porque así podemos aprender unos de otros, comprender nuestras diferencias y aceptarlas; entender que cada quien es único e irrepetible. Siempre he pensado que la belleza está en lo que es diferente, en lo auténtico.
Me llena de asco y en ocasiones me asqueo de mi misma por formar parte de esta sociedad tan denigrante.
Hace tiempo leí una frase de Paulo Coelho que decía:

"Así deben hacer ustedes: manténgase locos, pero compórtense como personas normales. Corran el riesgo de ser diferentes, pero aprendan a hacerlo sin llamar la atención"

Me considero una ferviente admiradora de Paulo Coelho, pero debo admitir que yo a esta frase no le encontraba sentido, inluso me llegaba a parecer algo cobarde. Pero es hasta ahora que comprendo la razón que tiene. Desgraciadamente esa es la triste realidad de vivir en un mundo dominado por estereotipos; prejuicios. Si vemos a una persona que es diferente -ya sea por su manera de pensar o por su apariencia- lo primero que hacemos es señalarlo y juzgarlo. No todos, pero la gran mayoría les cierra las puertas.

Esas personas que se atreven a ser diferentes son valientes por mostrarse tal y como son, pero las demás personas no se dan siquiera la oportunidad de conocerlas. Si todos reflexionaramos y dejáramos de lado las apariencias, la discriminación podría disminuir, no digo que se solucionarían todos los problemas del mundo, pero al menos ayudaría en algo. Muchos dicen que no tiene caso luchar porque todo está establecido, pero al menos yo soy de la opinión de que una sola persona puede lograr grandes cosas.